ADVERTENCIA: Lo que leerán a continuación puede no interesarles..

martes, 8 de junio de 2010

Deliciosa soledad

El despertador sonando fuertemente, incesante; que solo logró despertarme de un no tan magnífico sueño, que la verdad no puedo recordad, pero aún siento el deseo de conocer su final, sin aun siquiera conocer su inicio. Por fin, me logró despertar de aquel profundo sueño, placentero y agotador al mismo tiempo, me devolvió al mundo intacta como me acosté una noche anterior. Lentamente fui quitándome los cobertores y luego la sábana, estirándome en la misma cama, pensando que pasaría en este nuevo día. No tarde mucho en saber que ocurriría.

Siempre he temido a las llamadas muy de mañana o de muy pasada la noche, no son comunes ese tipo de llamadas, quién te llama a las seis de la mañana, si no es tu cumpleaños, no hay examen ni es el día de los inocentes, entonces no te esperas ese tipo de broma. De pronto, escuche el teléfono, mi corazón se acelera, que pasó pensé, nuevamente con el corazón mucho más cerca mucho mas fuerte mucho más triste. Me miraba al espejo mientras esperaba por una respuesta, veía mi cabello alborotado, mis ojos brillantes, mi expresión y luego todo en conjunto y entendí que estaba en realidad angustiada. Pregunté, que sucede, quien llama, que ha pasado, sin obtener respuesta alguna. Mi madre abrió la puerta de su habitación está tranquila y me tranquilizó, luego la interrogue una vez más, quien llamo le pregunte y luego todo sucedió.

Horas en un lugar lleno de enfermos, en el cual la enferma no era yo, es la tercera vez en mi vida que doy a parar a este tipo de sitios por una persona que no sea yo misma. Con pánico y miedo di mi mejor expresión de serenidad y traté de transmitir mi seguridad. Ella sentada, con más miedo que yo, lo veía en sus ojos, asustada, temerosa de la respuesta. Finalmente aquella respuesta aunque algunos la interpretan como algo no tan bueno, para mí fue un alivio, una luz al final del túnel –y qué túnel-.

Tras horas y horas rodeada de gente, al fin estoy sola en casa nuevamente, tranquila, descansando de tan ajetreado día, pensando en lo mucho que entiendo a las personas que temen, que sufren, que sienten pánico, en lo mucho que quiero a mi familia y a mis amigos, que los necesito y que no contar con su apoyo sería desastroso. Soledad, días como hoy te desprecio, porque a pesar de estar rodeada de gente me sentía tan sola, y a la vez te necesito, porque a pesar de todo extrañaba ese segundo único para mí.